EL HOMBRE MÁS BUENO QUE EXISTE.

Eso quiero contaros hoy. La historia del hombre más bueno que existe. Quizá por eso he esperado tanto para escribirla, porque temo que las palabras no le hagan justicia. Pero hoy es su día, y además por circunstancias de la vida, está lejos. Necesito que me lea. Entiéndanlo.

Para poder narrarla, llevo varias semanas haciendo memoria. El primer recuerdo que tengo junto a él es en sus brazos. En un sitio que se que no es Santander, pero soy incapaz de recordar cuál es. La memoria es así, supongo, olvidamos datos, imágenes, lugares, pero no sensaciones. Y ahí, estaba en paz. Ese era y sigue siendo mi hogar. Después me vienen a la cabeza los paseos en bici que seguimos manteniendo a pesar de mis idas y venidas de la juventud. Recuerdo como cuando nos encontrábamos con algún amigo suyo siempre me presentaba de la misma forma: «Mira, esta es mi nueva novia.». Y de esta forma especial de la memoria, siento de la misma manera que entonces cómo se me hinchaba el pecho de orgullo.

Él no es un hombre del todo sentimental, pero siente y entiende de sentimientos. Así fue como lidió con mi tristeza cuando a temprana edad olvidé mi peluche favorito en un avión. Me dijo mientras lloraba que el peluche se iba a convertir en viajero, aunque eso no me pareciese consuelo. A la semana siguiente, apareció por la puerta de mi casa otro igual, y eso que solo se compraban en Granada. Hasta hoy.

Comparto con él el gran secreto de las cosas pequeñas. Sin decírmelo, porque él no dice, si no que actúa y enseña, me transmitió la pasión por las cosas aparentemente fútiles, por el hecho de coleccionar. El cuidado de aquello que no produce ningún beneficio más allá de la satisfacción del alma. Yo le observaba de pequeña cómo cuidaba de sus relojes, de sus plumas (esta afición la he heredado yo) pues era la forma de limpiar cada plumín, de recargarlas lo que las hacía tan especiales, y lo que creaba en mi una fascinación ciega al ver cómo un hombre tan grande tenía tanta delicadeza dentro. Supongo que por esto, cuando le dije que quería coleccionar cromos vibró conmigo y me acompañó fielmente en tal misión, llevándome a plazas para que los intercambiara y no me timaran. Así también conocí París, coleccionando monedas de lugares emblemáticos y desviándome junto a él por callejuelas para ver dónde podíamos encontrar las mejores. A día de hoy, cuando viaja y encuentra una, me la trae. Esa colección en concreto, es de las más preciadas que tengo. La última novedad son unos vinilos que me trajo hace una semana a pesar del grito en el cielo de mi madre ante la falta de espacio, y con mirada cómplice nos entendimos y los guardamos juntos.

Crecí y me aficioné al baloncesto, y en concreto a un equipo regional de Cantabria donde había un jugador que me encantaba. Este héroe siempre conseguía entradas para que fuéramos los dos, sin gustarle el deporte, solo por verme feliz.

Cuando fui adulta, comenzó otra de las cosas que más me gusta hacer con él. Conversar. Sentí una alegría profunda, y la sigo sintiendo, cuando comprobé que podía contrastar con él mis puntos de vista, opinar y charlar en una terraza mano a mano sobre cualquier nimiedad. El Derecho nos unió desde el principio, pues su vocación me guía y a los dos nos parece una conversación apasionante tratar temas relacionados con él.

Su historia es la marcada por el esfuerzo, por la superación personal, por una profunda e inquebrantable humanidad. Nunca le he visto presumir de nada, sin que eso signifique que olvide la fuerza que tiene. Me ha transmitido los valores de honradez, lealtad, humildad y sacrificio como máximas que deben guiar mi camino y cuando me pierdo o dudo él me acompaña. Me dio además el mejor consejo que he recibido jamás. En aquel coche… ¿recuerdas?

Ahora me dirijo a ti, papi. Que me dices muchas veces que no soy cariñosa, que no muestro mis sentimientos o que vivo en las nubes. Que me llamarás después de leer estas líneas para alegar que exagero, que adorno mucho las cosas y que vaya lengua tengo. No he exagerado nada, nada de nada.

Y esta es, simple y llanamente, la historia del hombre más bueno que existe, o dicho de otro modo, la del hombre al que más quiero. 

8 comentarios en “EL HOMBRE MÁS BUENO QUE EXISTE.

  1. Divino, sensacional. Las anécdotas que cuentas maravillosas, llenas de ternura. Haces una muy buena descripción de tú padre y sus valores…
    Al igual que yo puedes estar muy orgullosa de los padres que tienes… Eso es un seguro de vida y como todas las cosas que nos da Dios : no tienen precio!!!

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  2. Ay Flaviuska!!! Si no fuera porque conozco a tu padre, al leer todo lo bueno y bonito que escribes de él, diría que exagerabas. Pero le conozco, y sé que es esa bella persona que describes.
    Y como siempre, lo haces de manera muy cuidada tanto de fondo como de forma. Anécdotas entrañables de las que me entero aquí por primera vez. Y todo con ese estilo tan personal. Pero qué bien escribes!!!
    Bonito regalo le tenías preparado por el día del padre. Imagino la ilusión y el orgullo q debió sentir tu padre al ver como en un espejo la imagen del orgullo que sientes por él.
    Cómo decía tu tío Julio, mi hermano, en un mensaje familiar, cualquier padre desearía que algo así o parecido, pensaran sus hijos de ellos.
    Y cómo decía tu prima Iria, mi sobrina, no estamos de acuerdo en un pequeño matiz: eso de que no eres cariñosa!!! Si eres cómo un peluche!!(palabras de Iria).
    Enhorabuena una vez más Flavia!!! Y a Ignacio también le envío felicitaciones!!

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  3. Flavia , que texto tan bonito, me ha encantado
    Trasmite tantos sentimientos hacia tu padre y la forma de describirlo refleja tanta admiración y sensibilidad
    En una palabra enhorabuena

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  4. Querida Flavia. Aunque apenas me conoces siento o un gran orgullo de conocer bien a tu familia. Especialmente a tu tía Tatiana, amiga desde la niñez. Que alegría me da comprobar que las nuevas generaciones conservan la inmensa unidad familiar que os define.
    Dada mi edad, y precisamente por el conocimiento de tu familia que tengo, al empezar a leer creía que hablabas de tu abuelo. Es igual, eso o parecido es lo que hubiera escrito Tati de su padre. Si hubiera sabido escribir tan bien como tú.
    Enhorabuena por todo y sobre todo a tu padre. No imagino mayor orgullo.
    Con todo el cariño.
    Marilar

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  5. Querida Flavia. Aunque apenas me conoces , yo sí tengo el orgullo de conocer bien a tu familia. No sabes la alegría que me da comprobar que las nuevas generaciones mantienen la importancia del amor familiar que siempre os ha caracterizado.
    Al empezar al leer tu escrito, creía que hablabas de tu abuelo. Eso, o algo parecido, es lo que hubiera escrito mi querida Tati de su padre, si hubiera sabido escribir tan bien como tu, jajaja.
    Enhorabena por todo. Y sobre todo, enhorabuena a tu padre. ¡Qué orgullo!. No imagino mayor satisfacción que llegar a saber que una hija piensa, y obre todo, siente, las cosas tan bonitas que has escrito de él.
    Con todo mi cariño para todos vosotros
    Marilar

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  6. Leo tu historia en el tren, casi me paso de parada, más pendiente de la narración que del entorno.

    Para cuando un libro tuyo ?
    Felicidades preciosa. Un beso

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